Otro año más, las puertas del Granada Sound se abrieron para acoger a los 25000 espectadores que colgaron el cartel de entradas agotadas en la décima edición del festival.
Niña Polaca fue el grupo encargado de abrir la jornada del viernes con su rock macarra y peleón. Nada que ver con la puta rave de Zahara que, tras la puesta de sol, tiñó el escenario principal con tonos rojos en un show que no dejó indiferente a nadie. Las canciones de sus anteriores discos se transformaron y se fundieron con las de PUTA, su último trabajo, en una sesión de electrónica de más de una hora. Sin duda, una propuesta muy arriesgada que defendieron con creces en un formato trío acompañado además de los bailes de Olga Suárez y Paulina Coelho.
Carlos Sadness protagonizó uno de los momentos más emotivos de la noche al recordar a Supersubmarina versionando «LN Granada», ese himno que siete años atrás coronó el cielo de Granada con fuegos artificiales en el mismo festival. The Hives cumplieron sobradamente con lo esperable de unos cabezas de cartel, ofreciendo el concierto más enérgico y potente de todo el festival y metiéndose en el bolsillo al público andalusiano, que estuvo totalmente entregado a la banda sueca.
Pero mi momento preferido de la noche llegó con Ginebras, que se estrenaron en el festival con un horario inmejorable y visiblemente ilusionadas ante la magnitud de gente que se agolpó delante del escenario. «Sí, estáis viendo bien. Somos cuatro tías sobre un escenario haciendo música», sentenció Sandra Sabater, guitarrista del grupo, en una edición en la que afortunadamente ha habido una mayor presencia de mujeres que en años anteriores. El cierre de la noche lo pusieron Miss Caffeina -que en esta gira llevan una escenografía espectacular- y Elyella DJs.
La segunda jornada del festival estuvo marcada por el concierto de Rigoberta Bandini, que fue especialmente emotivo debido a la despedida (temporal) de Belén Barenys, corista del grupo. Aunque más que concierto se debería hablar de espectáculo, porque lo que se vivió sobre el escenario trascendía mucho más allá de la música. Con siete bailarinas y unas coreografías perfectamente hiladas y ensayadas, Rigoberta Bandini protagonizó grandes momentos con canciones como «Ay, mamá» o «Perra», que le han otorgado un merecido éxito en su efímera carrera musical.
Del solapamiento de Sexy Zebras con Lori Meyers mejor no hablo porque me pongo triste. Que me perdonen los primeros, pero no tuve más opción que procurarme un buen sitio para el concierto de los lojeños, que abarrotaron el recinto y demostraron una vez más por qué su nombre aparece bien grande en lo alto del cartel. El juego de luces, por cierto, brutal.
No me gustaría terminar la crónica sin dar un pequeño tirón de orejas al Granada Sound. Siempre es comprensible que detrás de un festival hay una empresa que busca obtener un beneficio, pero los precios de la bebida y comida este año han sido desorbitados. Confiemos en que en futuras ediciones vuelvan a valores más razonables. Dicho esto, ¡nos vemos en el Granada Sound 2023! (Y durante el resto del año nos vemos en las salas, ¡no lo olvidéis!).