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Hablan los refranes de que la cara es el espejo del alma. De la voz no dicen nada, pero perderla debe ser algo parecido al espejo del placer. Todavía no lo ha confesado el refranero español, pero el Sonorama así lo demostró. Perdimos la voz, incluido Javier Ajenjo. También algún euro del bolsillo, pero bastante menos que en cualquier otro evento de similares cualidades. Los más bailongos nos dejamos algunos kilos, pero sin duda ganamos años de vida, o al menos calidad de la misma. Calidad como la que sigue evidenciando año tras año el mejor festival nacional.

No hace falta recorrerse los más de 200 festivales que encontramos entre nuestras fronteras para saber que el Sonorama juega en otra dimensión. Una dimensión en la que la música suena y ama con un pulso tan acelerado como el de un hipertenso. Esto es complicado en una liga en la que los diversos equipos luchan por llenar sus bolsillos, sin tener en cuenta que la música más que un bien es un servicio preparado para encender una extensa gama de estados.

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En Aranda de Duero perderse conciertos es tan lógico como perderse entre ellos. Por ello, las más de 140 actuaciones es tan imposible de cuadrar como de comentar.

La fiesta de inauguración comenzó tan íntima como elegante y tan preciada como Morgan. Pocas voces se pueden encontrar en la actual escena nacional con tanta notoriedad como la que demostró Nina, una de las pocas féminas en actuar en esta edición arandina. Al día siguiente coreó a Quique González, quien defendió con gran distinción sobre las tablas su último Me matas si me necesitas.

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Viejas glorias como 091 y Molotov lucharon por entretener al público sonorámico. Dicha suerte no la corrieron los granadinos, ya que disgustaron a gran parte de los asistentes con un show muy monótono. Los internacionales Kula Shaker, The Hives y Mando Diao demostraron ser grandes aciertos a vistas de la recepción tan positiva del público.

Izal y Love of Lesbian degustaron, como viene siendo habitual, dos de los principales llenos. A pesar de no ser ninguno de los dos grandes conciertos del Sonorama 2016, lograron abarrotar el escenario principal y corear desde las últimas hasta las primeras filas los himnos de ambos conjuntos.

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¡Qué tiemblen ambos anteriores! León Benavente ya está consagrado y coronado como el presente mejor directo nacional. Los que asistieron a semejante espectáculo tienen un obligado recuerdo que comentar a sus nietos. No es azar, ni fortuna la conversión sobre las tablas de Abraham Boba de persona en bestia. A pesar de actuar en el segundo escenario, alguna responsabilidad tuvo que tener Emerge en la preponderante caligrafía con la que aparecía su nombre en el cartel. Aun así, minúscula finalmente se quedó tras ofrecer el mejor concierto del festival.

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Ninguna sorpresa fue tampoco que la banda de Stanich se marcara otro de los bolazos de la edición. Por fin el sol no molestó a Ángel y a los suyos quienes, gracias a una hora mucho más representativa que en anteriores eventos, revistieron los temas y ofrecieron una de sus mejores versiones. Con Lete, como batería transitorio, y con el carisma de Vielba hicieron de Corizonas otro de los conciertos más gustosos de esta 19ª edición.

Mucho, Carlos Sadness y Fuel Fandango fueron tres de los grupos más personales en pisar los escenarios arandinos. Los dos primeros alzaron a un gran número de seguidores a pesar del horario tan temprano que sufrieron. Por el contrario, Nita y sus compañeros cerraron para muchos la noche del jueves con un derroche de estilo, voz y energía.

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La primera banda indie nacional, como se autodenominaron el Dúo Dinámico, regalaron uno de los conciertos más esperados de este Sonorama. Contemplar la mezcla de diferentes generaciones al ritmo de los singles de Manuel y Ramón fue un momento de lo más particular. Tenían que darle un toque más alternativo a los himnos del Dúo, por ello Alberto Jiménez de Miss Caffeina, Grabriel de Shinova y Eva Amaral asaltaron el escenario para colorear el blanco y negro del guateque sesentero. A pesar de la expectación, el dinamismo de este dúo quedó más como la anécdota de esta edición que como el gran guateque al que aspiraban.

No sólo de los dos principales escenarios vive el Sonorama. El tercer escenario del festival regaló tres de las más destacadas actuaciones. Aunque le tocó competir con el final de concierto de Love of Lesbian, Trajano recibió un elevado número de seguidores que corearon, bailaron y disfrutaron con el singular y ochentero sonido de la banda. Muchos se arrepentirán de haberse perdido el concierto de Mirémonos, una de las grandes sorpresas. Escaso público, debido a la coincidencia de horario con Second, pero muy entregado gracias a un sonido potente y contundente. Con mal pie comenzaron los murcianos Perro, sin embargo cerraron su actuación por todo lo alto y con las exigencias que exclaman sus canciones: pogos que poco han de envidiar al polvo que levantaron Hives.

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Las actuaciones de la Plaza del Trigo tuvieron dos claros célebres: Amatria y Kitai se metieron en el bolsillo dos llenos de seguidores y neoseguidores. No obstante, la mítica plaza arandina no será recordada como su año más glorioso. Ni la hora de Amatria fue acertada, ni la aburrida actuación de Modelo de Respuesta Polar tampoco. Además, los conciertos sorpresas estuvieron en una cuerda muy floja. Miss Caffeina fue la “sorpresa” del jueves con una actuación nada sorprendente la cual veríamos más tarde con multitud de seguidores en las principales tablas. Love of Lesbian subieron el viernes a las 15 horas para regalar unas versiones de The Cure y entonar algunos de sus temas más antiguos. Grises y Elefantes fueron las otras dos novedades del fin de semana.

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Recordando anteriores regalos como el concierto de versiones de himnos independientes del año pasado o el de versiones de La Habitación Roja, parecieron más que sorpresas auténticas bromas. Muchos esperaron hasta el último momento el rumoreado concierto de Iván Ferreiro y Leiva, el cual hubiera sido uno de los momentos más especiales de la historia de nuestros festivales.

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Aunque este año no sea recordado por la magia del Trigo, si pasará a la historia como el festival que nuevamente consiguió reunir hasta tres generaciones y el año en el que colgó el sold out en la jornada del sábado. Además, por primera vez el domingo disfrutó de una nueva entrega con el esperadísimo show de Sidecars, que cerraron con sabor a rock esta 19ª edición. Esa misma mañana, tuvo lugar el trágico accidente de Supersubmarina. Por ello, durante todo el día fue homenajeado por la mayoría de los grupos, pero no con el cariño y sensibilidad con la que Juancho entonó el estribillo homónimo del conjunto jienense.

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El lunes a primera hora ya abandonaban los últimos supervivientes las duchas heladas de Aranda. Algunos vecinos del camping se transformaron en los nuevos contactos de Facebook. La ausencia de voz de muchos no se logró recuperar ni en las casetas de objetos perdidos. Las pulseras comenzaron a retirarse de las muñecas con el máximo cuidado existente para mantenerlas en el baúl lo más intactas posibles. Ni el euro regalado por activar la pulsera, ni por cada vaso no devuelto contaminó las aguas del Duero. El telón del 19 cumpleaños se bajó con una fiesta impecable y con el deseo de que las dos décadas del próximo año hagan de su nueva edición la más brillante y sorprendente de todas ellas. Porque el Sonorama se sobrepone a las carencias que algunos constructivamente le impusieron gracias a un cartel de más de 140 artistas, precios más que asequibles y un trato a asistentes, prensa y voluntarios digno de estudiar en las principales facultades del país.

Un año más: gracias por soñar y amar la música, Sonorama.

Fotografías: Cris Molina