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El pasado fin de semana disfruté de la segunda edición de O Son do Camiño. O Son do Camiño ha dado una buena lección a muchos festivales con el cóctel molotov con el que ha incendiado durante tres intensos días uno de los puntos más alto de Santiago de Compostela. Sumado a un cartel sobresaliente y a una organización eficaz, tan solo dos escenarios han bastado para reunir a más de 33.000 personas por día. Aún cuesta creer que el macro festival que pudimos vivir en el Monte do Gozo solo tenga dos años de vida. Aquí os cuento mi opinión del evento desde mi propia experiencia, ¿os animáis?

El camping

El camping está ubicado en pleno Monte do Gozo, siendo ésta la última parada de los peregrinos antes de llegar a la catedral de Santiago. Nosotros allí éramos peregrinos de otro tipo de lugar sagrado, pero había hueco para todos. De hecho, la organización puede colgarse todas las medallas en cuanto a logística y distribución de campistas; a pesar de haber hecho sold out, la fórmula “te corresponden 3×2 metros cuadrados” convirtió el camping en una ciudad de quechuas perfectamente estructurada a la que solo le faltaba un alcalde.

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Camping @ O Son do Camiño

Nada más llegar al camping me encontré con un buen puñado de personas tiritando, vestidas con capas y capas de todo lo que llevaban en la maleta, maldiciendo esa “chaqueta de más” que se quedó sobre la cama antes de venir al festival. La noche había sido dura y durante la misma mañana del jueves tuvimos que hacer la excursión de rigor a ese gran almacén al que tanto le debemos. El problema es que ir al Decathlon con frío es como ir al supermercado con hambre. Una vez abrigados pudimos disfrutar al 100% de nuestro dulce hogar para los tres días posteriores. Además, el frío no descongelaba los hielos, un punto a favor para evitar los cuatro euros que costaban las bolsas.

Otro punto a favor fueron las duchas, que tenían techo. Se dice rápido, pero cualquier buen festivalero sabe que esto se debe considerar un regalo caído del cielo. Y no sólo eso, había enchufes, ¡enchufes gratis! ¿Es O Son do Camiño el nuevo place to be?

El festival

Pero hemos venido a hablar de música. Y mi resumen es que O Son do Camiño se ha coronado con esta segunda edición como un evento casi obligatorio en el circuito de festivales españoles. Siendo honestos, el cartel lo ponía fácil para triunfar, pero hubo muchas personas detrás que trabajaron a todo gas para conseguir que todo girase a la perfección.

Pese a que durante el segundo y tercer día estuvieron cambiando los horarios repetidas veces, teníamos muy claro desde el principio qué queríamos ver y qué queríamos conocer, por lo que no fue un gran dilema para nosotros. Es más, la modificación del horario hizo que los conciertos se alargasen ambas noches, y eso en un festival siempre se agradece, ¿no?

O Son do Camiño

Jueves 13 de junio

El jueves arrancamos con Royal Republic pisando fuerte el escenario principal. Con los nuevos temas de su último trabajo Club Majesty los suecos nos transportaron a una pista de baile ochentera, y es que los gentlemen nórdicos aceleraron sin pisar los frenos consiguiendo el arranque perfecto para hacer saltar a todos los valientes que inauguraron esta primera jornada. Y de saltar pasamos a girar con Second en el escenario contiguo. Es un placer encontrarse con el grupo murciano en los festivales, su directo no defrauda y siempre hechiza con algunos de los himnos indies más populares a día de hoy («desde aquella habitación, desde aquel rincón tan exquisito…»).

Royal Republic @ O Son do Camiño

Para Richard Ashcroft escalamos la ladera del festival, observando a lo lejos al ex cantante de The Verve algo tímido detrás de su guitarra. Al formato acústico de Richard le faltó chispa, no nos sentimos atraídos como para querer vivirlo desde más cerca y nos mantuvimos en lo alto de la ladera hasta que llegó el aclamado “Bittersweet Symphony”. El ambiente intimista no funcionó, pero remontamos con Graveyard, que dio una buena dosis de rock en el escenario vecino.

El concierto de los de Gotemburgo no estuvo muy transitado, y los que estábamos pudimos disfrutar de un amplio espacio rodeados de una media de edad más elevada. Mientras, delante del escenario principal esperaban miles de personas la aparición de Bastille. Los londinenses supieron dar con la tecla conectando con el público desde el minuto uno, y Dan Smith en su habitual derroche de energía supo proyectar toda su fuerza en todo momento con temas como «Happier», la maravillosa «Icarus», «Of The Night» o «Pompeii».

Tras una breve parada en boxes retomamos el contacto con el festival experimentando desde bien cerca la rave de Die Antwoord, con un volumen de bajos que tumbaba el pecho. Los de Sudáfrica hicieron temblar el recinto entero con su mezcla de eléctro-rap, una miscelánea apoyada en proyecciones impactantes que en ocasiones rozaban la lubricidad. En general el sonido de Die Antwoord es indescifrable, como meter en un tarro violencia y amor y agitar fuerte. De ahí salen sonidos atronadores y canciones como «Baby’s on Fire», «I Fink U Freeky» o «Ugly Boy».

Die Antwoord @ O Son do Camiño

Viernes 14 de junio

La bienvenida del fin de semana la dieron Moito!, Cariño, Igloo y Marem Ladson turnándose de un escenario a otro durante las primeras horas de la tarde. El gallego Iván Ferreiro y Varry Brava tomaron el relevo poco antes de que llegase la mayor decepción que me he llevado durante el festival; Bloc Party. Siendo una de las propuestas que más ganas tenía de ver de todo el line up, me di de bruces con un concierto que no me atrapó y que no consiguió envolver al público en esa atmósfera que Kele Okereke sabe crear. La próxima vez será.

Pasadas las once de la noche, se abrió paso Rosalía sobre una tarima. La revolución del momento consiguió llegar hasta las nubes empapandonos bajo la única lluvia que hemos tenido durante el festival. La cantante recordó con cariño cuando años atrás estuvo haciendo sola el camino de Santiago durante 33 días desde Roncesvalles hasta Finisterre, una experiencia que le cambió la vida y para la que dedicó “Catalina”. No faltaron «Brillo», «Di Mi Nombre», «Con Altura», «Auto Cuture» ni «Malamente». En el público se respiraba un ambiente de amor y odio a partes iguales. Los primeros, gritaron a todo pulmón cada una de sus letras; los segundos, se mantuvieron curiosos y atentos a cualquier posible desliz. Pero lo cierto es, que guste más o menos, lo de Rosalía es un espectáculo en mayúsculas.

Rosalía @ O Son do Camiño

Llegó el turno de The Black Eyed Peas poco después de medianoche, con una intro de un cuarto de hora bastante prescindible para la cual ninguno de los miembros estaba aún sobre el escenario. Fueron minutos interminables que olvidamos rápidamente cuando Will.I.Am, Alp.de.ap. y Taboo salieron a escena junto a la sustituta de Fergie, Jessica Reynoso. Aunque Jessica tiene una voz impresionante y sabe manejarse sobre las tablas (fue finalista de La Voz en Filipinas), daba la sensación de que no formaba parte del grupo. La cantante se mantenía al margen durante estrofas que eran únicamente suyas, luciendo más como una colaboradora ocasional que como la cuarta pata del grupo.

Pese a ello, el concierto dejó grandes recuerdos, como el apoyo masivo que recibió Taboo después de mencionar que había pasado con éxito cinco años de cáncer, las enormes banderas ondeando en «Where is the Love?» o la sesión DJ que se marcó Will.I.Am quedando a los mandos del concierto durante un par de canciones. Sin embargo, el show no terminó con buen sabor de boca cuando, entre bromas, tuvieron que despedirse a toda velocidad dejando “I Gotta Feeling” en playback.

Sábado 15 de junio

El sábado fue sin duda el día de los contrastes, pasando de Vetusta Morla a Bad Gyal, o del mismísimo Iggy Pop a los raperos Ayax y Prok. Pese a la antítesis musical, la sorpresa me la llevé bien temprano cuando una ola de personas corría desde el camping derramando todos los vasos para no perderse el concierto de Ortiga, el alter ego de Manuel, de Esteban y Manuel.

Ortiga @ O Son do Camiño

Si algo saqué en claro de O Son do Camiño es el amor eterno de los gallegos hacia las verbenas y orquestas, y la electro-cumbia de Ortiga fue ejemplo de ello. No dejó de sonar en el camping durante los días previos, –«no contestas a las llamadas, no contestas a ningún whatsapp, ¿qué te ocurre? ¿qué te pasa?»-, pero no fue hasta que lo vi sobre el escenario que entendí por qué en Galicia sienten tanto cariño hacia este ser humano. Sólo ante el peligro, delante de una escueta mesa de mezclas, con una guitarra y una camisa hawaiana, Ortiga consiguió convertir a ritmo de autotune el mismísimo escenario principal en la mayor de las verbenas a la hora del vermut. Para los curiosos, hagan click aquí y dejen que la magia fluya.

Bajo el mismo sol abrasador recibimos a The Hives, que ofreció una de las actuaciones más dinámicas de la edición. Pelle Almqvist me parece uno de los frontman más auténticos del panorama, tan hablador como siempre, no dejó de aludir a los “galicianos” una y otra vez, pidiendo aplausos, saltando al foso y cantando junto a las primeras filas. El grupo, enfundado en sus particulares e impolutos trajes, se ganó al público que saltó eufórico durante todo el repaso de sus grandes temas, alcanzando el clímax con la explosión final de “Tick Tick Boom”. The Hives es un acierto seguro, siempre.

The Hives @ O Son do Camiño

Estrella Galicia en mano nos fuimos a ver a Full, una de nuestras recomendaciones. Dio un concierto sublime, demostrando por qué no paran de subir como la espuma en todas las listas. Alternaron canciones de su nuevo álbum Capadocia con algunas más añejas como «Quienes Somos Realmente» o «Distintos». Rebosantes de ilusión, dominaron a la perfección ese equilibrio entre música y letra que caracteriza al grupo sevillano.

Y no fue casualidad que el atardecer más bonito que vimos desde el Monte do Gozo coincidiera con el concierto de Vetusta Morla. Sin duda, grandes triunfadores del directo que enamoraron a todos los presentes con un sinfín de himnos cantados a viva voz por todo el festival. Los madrileños, en pleno auge de su gira Mismo Sitio, Distinto Lugar, se mostraron agradecidos de poder tocar a plena luz del día «y poder vernos las caras». Tenían el control absoluto del público, y así fue que nos dejamos llevar con «Copenhague», «Golpe Maestro», «Consejo de Sabios» o «Te Lo Digo A Ti», para la que Pucho se colocó una peluca rubia. Cantamos como si fuera nuestro último día en la Tierra, y con la piel de gallina alcanzamos el éxtasis con el final épico de «Los Días Raros».

Que fuese la segunda edición del evento gallego quizás explicase un poco la mezcla de estilos que digerimos a continuación con los conciertos de Bad Gyal, Iggy Pop, David Guetta y Ayak y Prok, en ese orden. Una diva del trap junto a uno de los DJ más cotizados del mundo, compartiendo horario con la leyenda del rock de 72 años y unos raperos de Granada. La mezcla parecía imposible, pero el festival salió ileso. Quedará ver si en las próximas ediciones van perfilando más hacia algún género en particular o si mantienen esta línea ambigua. Lo cierto es que el autotune permanente de Bad Gyal que originó un perreo colectivo no causó grandes estragos a la audiencia de Iggy Pop, aunque el solapamiento de David Guetta con Ayak y Prok si que le propinó numerosas críticas a la organización.

Iggy Pop @ O Son do Camiño

Iggy Pop volvía al Monte do Gozo 19 años después, más arrugado pero con el carisma de siempre. Extrajo temas de todo su repertorio, incluyendo canciones de su etapa en The Stooges como “I wanna be your dog”, junto a “Lust for a Life” de la mítica banda sonora de Trianspotting, «The Passenger» o “Sixteen”. Sus 72 años no fueron un impedimento a la hora de bajarse del escenario a cantar junto a las primeras filas ante la mirada perpleja de sus más incondicionales. Con su particular cojera y mostrando sin tapujos su flácida piel, el cantante de Muskegon sudó y dejó claro qué la etiqueta de leyenda no la tiene cualquiera.

David Guetta fue el último cabeza de cartel en pasar por el auditorio. Una sesión bastante mainstream la del francés, que apostó sobre seguro con una sucesión de los hits que más han sonado en la radio durante los últimos años; “Titanium”, «Play Hard», “Sexy Bitch”, algún otro más clásico como “Livin’ on a prayer” e incluso un remix de Billie Eilish. En general, todo sonó bastante similar, revestido en un estallido de serpentinas, humo y fuego habitual de este tipo de espectáculos. El público disfrutó de la sesión de Guetta por todo lo alto, pero se echó en falta un broche final más épico para culminar los tres intensos días de música non stop.

En definitiva, el balance final es positivo. Os invito a todos a marcar en el calendario el mes de junio de 2020, año previo al Xacobeo de 2021, para que podáis disfrutar de la tercera edición de O Son do Camiño y que descubráis vosotros mismos el poder de las tierras gallegas.

O Son do Camiño